ESCRITOS SOBRE LOBOS Y GALGOS


El lobo, el Caracol y las Avispas

 Jean-François Bladé (1827 - 1900)


Erase una vez y vez... cuando los animales hablaban
Un día, el lobo le pego un pisotón al caracol.
-¡Animal! Cuidado que eres malo, Lobo, pisoteando
a todo el mundo -dijo el caracol-.
Si yo quisiese, correría mas deprisa que tu.
¿ Que  te apuestas a que os dejo renqueantes, sin
resuello, a ti y a tus amigos?
-¿ Tú, pobre Caracol?
-Sí, yo, Lobo. Preséntate aquí mañana con tu
gente al salir el sol, y ya veremos quién de los dos
llega antes a la orilla del rio.
-Aquí estaremos, pobre Caracol.
Y el Lobo siguió su camino. Veinte pasos más
adelante pisó un nido de Avispas.
-¡Animal! Cuidado que eres malo, Lobo, pisoteando
a todo el mundo –dijeron las Avispas-. Somos
pequeñas, pero no te tenemos miedo.
¿Qué te apuestas a que te ahogamos, a ti y tus amigos?
-¿Vosotras, pobres Avispas?
-Sí, nosotras, Lobo. Preséntate aquí mañana con tu gente
al salir el sol, y ya veremos lo que tardáis en ahogaros en el rio.
-Aquí estaremos, pobres Avispas.
El Lobo se marchó en seguida y fue a avisar a su gente.
Por su parte el Caracol dijo a las avispas:
-Amigas, reunid a todos los vuestros. Los míos no
faltaran a la llamada. Ocultaos en los sauces que
hay en la orilla del rio. Los míos y yo os traeremos
a los Lobos. Caed sobre ellos en el momento oportuno
y acribilladlos a picotazos hasta que se tiren al agua.
-¡Amigo Caracol, trato hecho!
Así pues, las Avispas se marcharon para hacer lo que
Se les había mandado. Por su parte, el Caracol colocó
no de sus hermanos cada cinco pasos hasta llegar al rio.
Al día siguiente, al salir el sol, los Lobos y el Caracol
Estaban en el lugar señalado como meta de salida.
-¿Estás listo, Caracol?
-¡Listo, Lobos! ¡Adelante!
Los lobos salieron al galope.
Mientras corrían gritaban:
-¿Dónde estás, Caracol?
-¡Estoy aquí, Lobos! –gritaba siempre el Caracol que
estaba cinco pasos delante.
-¿Dónde estás, Caracol?
-¡Estoy aquí, Lobos!
Al llegar a la orilla del rio salieron de los sauces las Avispas,
Como una nube, y cayeron sobre los Lobos dándoles unos
terribles aguijonazos y gritando:
-¡Al pellejo! ¡Al pellejo!
Los pobres lobos se tiraron al agua, de la que no se atrevían
A asomar más que la puntita del morro.
-¡A la nariz! ¡A la nariz! –gritaron las Avispas, lanzandose
contra las narices de los Lobos a picotazo limpio.
Y todos los Lobos se ahogaron, y los Caracoles y las Avispas
se volvieron a sus casas muy contentos.


Portada de ediciones sm (1981)

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Galgos o podencos 

FABULA DE TOMAS DE IRIARTE  


Los dos conejos

Por entre unas matas, seguido de perros,
no diré corría, volaba un conejo.
De su madriguera salió un compañero y le dijo:
"Tente, amigo, ¿qué es esto?" "¿Qué ha de ser?", responde;
"sin aliento llego...; dos pícaros galgos me vienen siguiendo".
"Sí", replica el otro ,"por allí los veo, pero no son galgos".
"¿Pues qué son?" "Podencos." "¿Qué? ¿podencos dices?
Sí, como mi abuelo. Galgos y muy galgos; bien vistos los tengo."
"Son podencos, vaya, que no entiendes de eso."
"Son galgos, te digo." "Digo que podencos."
En esta disputa llegando los perros ,
pillan descuidados a los dos conejos.
Los que por cuestiones de poco momento
dejan lo que importa, Llévense este ejemplo.

Retrato de don Tomás de Iriarte (detalle)
Joaquín Inza (ca. 1736-1811) 
Óleo sobre lienzo, 82 x 59 cm


TOMÁS DE IRIARTE
(1750-1791)

Tomás de Iriarte nació el 18 de septiembre de 1750 en Puerto de la Cruz, Tenerife (España). A los catorce años de edad se trasladó a Madrid, en donde dio inicio a su actividad literaria traduciendo a autores como Voltaire u Horacio.


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El lobo y la siete cabritillas

Los hermanos Grimm


Érase una vez una vieja cabra que tenía siete cabritas, a las que quería tan tiernamente como una madre puede querer a sus hijos. Un día quiso salir al bosque a buscar comida y llamó a sus pequeñuelas. “Hijas mías,” les dijo, “me voy al bosque; mucho ojo con el lobo, pues si entra en la casa os devorará a todas sin dejar ni un pelo. El muy bribón suele disfrazarse, pero lo conoceréis enseguida por su bronca voz y sus negras patas.” Las cabritas respondieron: “Tendremos mucho cuidado, madrecita. Podéis marcharos tranquila.” Despidióse la vieja con un balido y, confiada, emprendió su camino.
No había transcurrido mucho tiempo cuando llamaron a la puerta y una voz dijo: “Abrid, hijitas. Soy vuestra madre, que estoy de vuelta y os traigo algo para cada una.” Pero las cabritas comprendieron, por lo rudo de la voz, que era el lobo. “No te abriremos,” exclamaron, “no eres nuestra madre. Ella tiene una voz suave y cariñosa, y la tuya es bronca: eres el lobo.” Fuese éste a la tienda y se compró un buen trozo de yeso. Se lo comió para suavizarse la voz y volvió a la casita. Llamando nuevamente a la puerta: “Abrid hijitas,” dijo, “vuestra madre os trae algo a cada una.” Pero el lobo había puesto una negra pata en la ventana, y al verla las cabritas, exclamaron: “No, no te abriremos; nuestra madre no tiene las patas negras como tú. ¡Eres el lobo!” Corrió entonces el muy bribón a un tahonero y le dijo: “Mira, me he lastimado un pie; úntamelo con un poco de pasta.” Untada que tuvo ya la pata, fue al encuentro del molinero: “Échame harina blanca en el pie,” díjole. El molinero, comprendiendo que el lobo tramaba alguna tropelía, negóse al principio, pero la fiera lo amenazó: “Si no lo haces, te devoro.” El hombre, asustado, le blanqueó la pata. Sí, así es la gente.

Volvió el rufián por tercera vez a la puerta y, llamando, dijo: “Abrid, pequeñas; es vuestra madrecita querida, que está de regreso y os trae buenas cosas del bosque.” Las cabritas replicaron: “Enséñanos la pata; queremos asegurarnos de que eres nuestra madre.” La fiera puso la pata en la ventana, y, al ver ellas que era blanca, creyeron que eran verdad sus palabras y se apresuraron a abrir. Pero fue el lobo quien entró. ¡Qué sobresalto, Dios mío! ¡Y qué prisas por esconderse todas! Metióse una debajo de la mesa; la otra, en la cama; la tercera, en el horno; la cuarta, en la cocina; la quinta, en el armario; la sexta, debajo de la fregadera, y la más pequeña, en la caja del reloj. Pero el lobo fue descubriéndolas una tras otra y, sin gastar cumplidos, se las engulló a todas menos a la más pequeñita que, oculta en la caja del reloj, pudo escapar a sus pesquisas. Ya ahíto y satisfecho, el lobo se alejó a un trote ligero y, llegado a un verde prado, tumbóse a dormir a la sombra de un árbol.

Al cabo de poco regresó a casa la vieja cabra. ¡Santo Dios, lo que vio! La puerta, abierta de par en par; la mesa, las sillas y bancos, todo volcado y revuelto; la jofaina, rota en mil pedazos; las mantas y almohadas, por el suelo. Buscó a sus hijitas, pero no aparecieron por ninguna parte; llamólas a todas por sus nombres, pero ninguna contestó. Hasta que llególe la vez a la última, la cual, con vocecita queda, dijo: “Madre querida, estoy en la caja del reloj.” Sacóla la cabra, y entonces la pequeña le explicó que había venido el lobo y se había comido a las demás. ¡Imaginad con qué desconsuelo lloraba la madre la pérdida de sus hijitas!

Cuando ya no le quedaban más lágrimas, salió al campo en compañía de su pequeña, y, al llegar al prado, vio al lobo dormido debajo del árbol, roncando tan fuertemente que hacía temblar las ramas. Al observarlo de cerca, parecióle que algo se movía y agitaba en su abultada barriga. ¡Válgame Dios! pensó, ¿si serán mis pobres hijitas, que se las ha merendado y que están vivas aún? Y envió a la pequeña a casa, a toda prisa, en busca de tijeras, aguja e hilo. Abrió la panza al monstruo, y apenas había empezado a cortar cuando una de las cabritas asomó la cabeza. Al seguir cortando saltaron las seis afuera, una tras otra, todas vivitas y sin daño alguno, pues la bestia, en su glotonería, las había engullido enteras. ¡Allí era de ver su regocijo! ¡Con cuánto cariño abrazaron a su mamaíta, brincando como sastre en bodas! Pero la cabra dijo: “Traedme ahora piedras; llenaremos con ellas la panza de esta condenada bestia, aprovechando que duerme.” Las siete cabritas corrieron en busca de piedras y las fueron metiendo en la barriga, hasta que ya no cupieron más. La madre cosió la piel con tanta presteza y suavidad, que la fiera no se dio cuenta de nada ni hizo el menor movimiento.

Terminada ya su siesta, el lobo se levantó, y, como los guijarros que le llenaban el estómago le diesen mucha sed, encaminóse a un pozo para beber. Mientras andaba, moviéndose de un lado a otro, los guijarros de su panza chocaban entre sí con gran ruido, por lo que exclamó:

    “¿Qué será este ruido
    que suena en mi barriga?
    Creí que eran seis cabritas,
    mas ahora me parecen chinitas.”

Al llegar al pozo e inclinarse sobre el brocal, el peso de las piedras lo arrastró y lo hizo caer al fondo, donde se ahogó miserablemente. Viéndolo las cabritas, acudieron corriendo y gritando jubilosas: “¡Muerto está el lobo! ¡Muerto está el lobo!” Y, con su madre, pusiéronse a bailar en corro en torno al pozo.
FINIS
Ilustraciones de Carl Offterdinger ( 8 Enero. 1829 en Stuttgart , † 12. Januar 1889).



 
Los Hermanos Grimm es el nombre usado, para referirse a los escritores Jacob Grimm (1785-1863) y Wilhelm Grimm (1786-1859). Fueron dos hermanos alemanes célebres por sus cuentos para niños y también por su Diccionario alemán, las Leyendas alemanas, la Gramática alemana, la Mitología alemana y los Cuentos de la infancia y del hogar, lo que les ha valido ser reconocidos como fundadores de la filología alemana. La ley de Grimm recibe su nombre de Jacob Grimm.

Wiki






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Caperucita y el lobo, no es cuento 


Cuadro de Jessie Willcox Smith (1863–1935)

Porque es viernes, porque va de cuentos, una chorrada.


Ha salido
la sentencia del caso de Caperucita y el Lobo.  
Visto y considerando los acontecimientos por todos conocidos :

1) Que Caperucita no desconocía que podía encontrarse con el Lobo.

2) Que tampoco era ajena al hambre del Lobo, ni a los peligros del bosque.

3) Que si le hubiera ofrecido la cesta de la merienda para que el Lobo calmara su hambre, no habrían ocurrido los sucesos referidos.

4) Que el Lobo no ataca a Caperucita de inmediato, y hay evidencias claras que primero conversa con ella.

5) Que es Caperucita quien voluntariamente le da pistas al Lobo y le señala el camino de la casa de la abuelita.

6) Que la anciana no es imputable ya que confunde a su nieta con el Lobo.

7) Que cuando Caperucita llega y el Lobo está en la cama con la ropa de la abuela, Caperucita no se alarma.

8) Que el hecho de que Caperucita confunda al Lobo con la abuelita demuestra lo poco que iba a visitarla, hecho que se tipificaría como abandono de persona anciana por parte de la joven Caperucita.

9) Que el Lobo, con respuestas simples y directas, quiere desesperadamente alertar a Caperucita sobre su posible conducta final.

10) Que cuando el Lobo, que ya no sabe qué más puede hacer para alertarla, va y se come a Caperucita, es porque ya no le quedaba otra solución.

11) Que es altamente posible que antes Caperucita hiciera el amor con el Lobo e incluso lo disfrutara.

12) Que la versión de que Caperucita, cuando oye la pregunta del Lobo:**Adónde vas?* Responde: *A bañarme desnuda en el río..*, cobra cada día más fuerza.

13) Que se desprende del punto anterior que es Caperucita la que provoca los más bajos instintos brutales y depredadores, en la pobre fiera.

14) Que el Lobo ataca, pero tal hecho corresponde a su propia naturaleza y a su instinto natural y animal, exacerbados por la conducta de la susodicha Caperucita.

15) Que merece un párrafo aparte la madre de Caperucita, quien exhibe culpabilidad por no acompañar a su hija conociendo los peligros del bosque.

Por todo lo antes dicho, se absuelve al Señor Lobo y se dispone además:

1.- Apercibir a la familia de Caperucita, imponiendo a la abuela que se presente en el hospital que se designe, para su observación gerontológica.

2.- A la madre, apercibirla para que cumpla correctamente con sus deberes de madre.

3.- A Caperucita:

* Trabajo comunitario en el zoológico local para conocer plenamente la naturaleza y el instinto animal.

* Indemnizará al Sr.Lobo a razón de 100 EUR diarios y habrá de prepararle todas las tardes la merienda durante un año.

* A pagar las costas del proceso.


Aclarar asimismo en el presente fallo que este proceso no afecta el buen nombre y honor del señor Lobo.

Publíquese, archívese, y téngase por firme el presente fallo.


Por rociodiazgomezblogspot.com
2 de marzo 2012


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La Caperucita Feroz y el lobo Timorato

 

Érase una vez un lobo
Tímido y mentecato
Por todos los malos ratos
Que el hombre le ha hecho pasar
Que se paseaba por un bosque
Cuando un encuentro en vibrato
Le vino a ofrecer un trato
De una indecencia total.

Caperucita le dijo así
Con sus bellos ojos de gato
Roja por el boato
De su sangre virginal:

"Voy donde mi abuelita
Que no sabe del desacato
Que tiene mi cuerpo beato
Cuando me atrae un animal.”

“¿Y yo te atraigo mi niña?
Mira que mi concordato
Con el hombre es conato
Por unas migajas de pan
Si yo me fuera contigo
Por este placer innato
Sería como un pecato
Y no un pecato venial”

“Tú me atraes mucho lobo
Con tus ojos me arrebato
Por tu deseo me mato
Y tú debes sentir igual
Quedémonos en este bosque
Pasemos un momento grato
Y escribamos un garabato
De tamaño universal.”

Así fue como la abuelita
Se murió y pagó el pato
Por este encuentro insensato
Del todo prohibido y carnal
Quien iba a pensar que el lobo
Su amante más timorato
Tan rápido como un silbato
Con su nieta se iba a enredar.

  Autor: Corazón (Seudónimo)
Publicado: 23 de agosto de 2010
www.poemas-del-alma


 Caperucita y el lobo,  jaimeasensi.blogspot.com (2009)


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EL GALGO Y EL CERDO

Manuel Bretón de los Herreros

Diana Cazadora (1924) Julio Romero de Torres


La sobriedad nos conviene
Y nos mata la pereza:
Esta fábula no reza,
Que es una lección de higiene.

Desde su hedionda pocilga

Cierto marrano archibruto
A un ligero galgo enjuto
Tales sandeces le endilga:

-Pobre animal baladí

Que estás hecho una silueta,
¿Eres dómine o poeta?
Lástima tengo de ti.

-Gracias, le responde el galgo,

Por tu amistoso interés;
Pero, tal como me ves,
Más puedo que tú y más valgo.

-¡Sí; cruzando valle y loma,

Y expuesto a más de un percance,
A una liebre das alcance
Para que otro se la coma!

-Cierto; mas de la victoria

La mejor parte reclamo:
El provecho doy al amo
Y me reservo la gloria.

- ¡Bah! ¿qué es la gloria? Humo vano.

Yo, a tales quimeras sordo,
Como, duermo y en paz engordo.
-Replica tosco el marrano.

-Por ventura ¿estoy yo hambriento?

El amo no me limita
La ración que necesita
Mi sobrio temperamento.

Conservo así la aptitud

Que pide mi noble oficio,
Y aire puro y ejercicio
Fortalecen mi salud.

Entre el hogar y la caza,

Así, bestia descreída,
Quince y más años de vida
Concede el cielo a mi raza.

 

Circe (1904) Adolphe Mossa

Tú, cuyo sensorio embota,
  Ya de suyo torpe y basto,
Entre inmundo cieno, el pasto
Del salvado y la bellota;

Tú, cuyo destino cierto,

Tras llevar tan feo nombre,
Es cebarte vivo el hombre
Para devorarte muerto;

Tú, cuya importancia es nula 




Para tanto orgullo, ignoras
Que están contadas tus horas
Y es tu enemigo la gula.

Cumplido apenas un año,
Darás el postrer resuello,

Y tras de horrible degüello
Te sacarán el redaño;

Y el de tu muerte tan funesta,

Sin duelo de tu agonía,
Será en esta casa día
De regodeo y de fiesta.

Ya preparan la sartén,

Ya hacen de tu carne trizas
Y con ella longanizas,
Que yo he de probar también...

Su filípica severa

Suspendió el galgo ladino,
Porque advirtió que el gorrino
Se durmió... como quien era.

 

El estúpido glotón
Que, sin más Dios que su panza,
 
Vive en vergonzosa holganza
Como el citado lechan,

Tema apresurar el día

En que le lleve al lucillo,
Si no acerado cuchillo,
Fulminante apoplejía.


Manuel Bretón de los Herreros, fecundo comediógrafo español (1796-1873), reprende en esta fábula los excesos de la holganza y la glotonería. Bretón, que fue secretario perpetuo de la Academia de la Lengua, se distingue, entre los dramaturgos españoles, por su sencillez en la intriga, lo castizo del lenguaje, la versificación fácil y armoniosa, y por la vena cómica que caracteriza a los personajes de sus comedias, de sana intención moralizadora.




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EL LOBO QUE ESTABA MALO


Una vez había un lobo que estaba malo y fue al médico. Éste le dijo que no comiera más de kilo y medio de carne. Entonces el lobo marchaba por el camino pensando que sólo podía comer kilo y medio de carne e iba pesaroso y triste.
Cuando de repente, vio en el prado una burra y su burrito y entonces se alegró todo y dijo:
- ¡Justo, justito, un kilo la burra y medio el burrito!
                                        (Vecina de Padornelo)




Foto: Antonio Acosta, El bosque de mi calle






Cuentos de lobos (recopilatorio popular, 2006)
Luis del Riego Celada
Ilustradora: Mª Pilar Maroto













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La Leyenda de la Luna y el Lobo


La Luna y el Lobo
En un tiempo sin tiempo, cerca de uno de los principios, la luna era siempre redonda y lejana, atada detrás del cielo y colgada de la nada entre vacíos. Miraba el mundo a sus pies coronada de plata y olvido. Y estaba bien mirando en la distancia. Pero una noche, distraída, se acercó demasiado a la Tierra y se le enredaron los dedos en las ramas de un árbol. Cayó de pie sobre la hierba y de repente le salió al paso una sombra oscura: pelo crespo, ojos negros y una sonrisa lobuna. Cabriolas de luz de luna enmarañada de lobo jugando entre arbustos y colinas. Aullidos y risas y rumor de estrellas entre las hojas. Pero todo lo que empieza acaba y el lobo volvió al bosque y la luna al cielo. Cuenta la leyenda que antes de separarse, la luna le robó al lobo su sombra para vestirse de noche el rostro y recordar el aroma de bosque. Y que desde entonces el lobo le aúlla a la luna llena que le devuelva su sombra...
 
 Kayla Bain-Vrba
(EEUU, 1992)


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FÁBULA DEL LOBO Y LA GRULLA

 

    Contaba *Fedro la fábula de un lobo al que, comiendo, se le había clavado un hueso en la garganta. Le dolía espantosamente, y fue en busca de algún otro animal que quisiera ayudarlo, ofreciendo premios y regalos a quien le extrajera el hueso. Todos rehusaban, pues temían al lobo. Finalmente, una grulla, confiada en la longitud de su cuello, se decidió a introducir su pico en la garganta del lobo para sacarle el hueso. Cuando lo hubo conseguido, reclamó al lobo su recompensa. Y el lobo, entonces, le dijo:

- “Eres una ingrata: has sacado sana y salva la cabeza de mi boca, ¡y aún me pides una recompensa…!”

Que cada cual extraiga sus conclusiones.

*Gayo Julio Fedro ( 15 a. C. –  55 d. C.) fue un escritor de fábulas romanas.  


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JLG

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