Cuentan los mayores, ya que es muchos años atrás cuando existía la costumbre que os relato y por otro lado los cortijos rebosaban vida familiar y no en pocas ocasiones hasta numerosa, actividad agrícola y ganadera de variable importancia; así, ocurrió que encontrándose "viendo la novia" un robusto y ardoroso muchacho del pueblo cercano; (a unos 6 kilómetros de distancia hasta el cortijo de la dulce y saludable novia) en animada charla ocasionalmente con los padres y hermanos de la joven o con el cuchicheo inaudible entre la pareja transcurria la velada frente al fuego o en la mesa de camilla con el brasero, esta ultima ubicación la elegida cotidianamente por la pareja de enamorados...
La hora de "visita" llegaba a su fin cuando un tremendo tronar seguido por un copioso aguacero llenó de inquietud a los presentes ya que el camino de regreso al pueblo se ponía feo...como la noche prometía agua y no estaba para buscar "burros mohinos" acordaron que el inquieto mozalbete la pasara en el cortijo y que en llegando la mañana por aquello de que el día todo lo esclarece, momento para volver a su casa y trabajo...acordado su acomodo para el descanso junto a uno de sus futuros cuñados, todo estaba claro, salio el muchachote de la casa, (pensaron, a ver su mulo que compartia cuadra junto a la yunta del cortijero, orinar, un cuesco...) y pasaron unos minutos, y otros mas y una hora y otra, y todos en vela con tremenda preocupación se preguntaban después de haber revisado la cuadra, los corrales y alrededores del cortijo bajo la pertinaz lluvia y tronera...¿donde estará, que le puede haber ocurrido...? Lágrimas, lloros y lamentos en una verdadera "noche de perros"...!Y de pronto! La luz...la puerta se abrió de golpe y bajo el resplandor de un relámpago apareció en el umbrar de esta el novio chorreando a jarrillos, empapado hasta los huesos...todos boquiabiertos escucharon:
Es que como me quedo a dormir aquí, he ido a mi casa a avisar "pa" que no tengan "regomeyo".
JLobo/Noviembre/2018
elnoviotarugo/noviembre/2018
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