20070903

Otra leyenda, de miedo

La Procesión de las Ánimas
Era una tarde de invierno. En una casa de Fiñana se habían reunido varios vecinos para hacer jabón. Cuando empezó a oscurecer, vieron una fila de luces por la sierra, por El Pecho. Todos  nos quedamos mirando y la gente empezó a decir que eso era la procesión de las Ánimas. A los niños, nada más el nombre, empezó a estremecernos. Alguien decía que eran los pastores que marchaban a otro sitio; pero la mayoría insistía en que ERAN LAS ÁNIMAS...
La  Procesión de las Ánimas, o la Santa Compaña, era como una procesión de almas en pena, vestidas con túnicas con capucha que vagaban durante la noche. Normalmente iban en dos hileras, generalmente envueltas en sudarios, por lo tanto vestidas de blanco o de negro, con las manos frías y los pies descalzos, vagaba noctámbula por los cerros, deambulaba por los caminos, portaban algo en sus manos: una luz, una vela, un candil, incluso huesos encendidos o pequeñas campanas que iban tañendo, un olor a cera y un ligero viento eran las señales de que estaba pasando la legión de espectros. Al frente iba un espectro de mayor tamaño.
Iba encabezada siempre por un vivo, el cual portaba una cruz y un cubo de agua bendita, lo necesitaban para comandar la fúnebre peregrinación y para guiar estas ánimas por caminos de Fiñana, desde el cementerio hasta la casa de las víctimas previamente elegidas.
Podía suceder que el que se encontraba con la procesión a altas horas de la noche, se viera obligado a sustituir a este vivo y a acompañarles en su penoso tránsito. Si en una de las excursiones de los difuntos se encontraba con otra persona, se producía una especie de canje de rehenes, liberaban a la persona que venía encabezando el acompañamiento y obligaban al que encontraban a vagar junto a ellos todas las noches, portando una gran cruz y conduciendo la comitiva. También se creía que quien realizaba esa "función" no recordaba durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, únicamente se podía reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz era más intensa y cada día su palidez iba en aumento. No les permitían descansar noche alguna, por lo que su salud se iba debilitando hasta enfermar sin que sujeto ni médico supieran las causas de tan misterioso mal. Condenados a vagar noche tras noche hasta que morían u otro incauto fuese sorprendido y se castigara a ocupar el puesto de guía. Se solía aparecer en una encrucijada o cruce de caminos aunque no siempre era así.
Se sigue con la idea de que quien se la encuentra es que le queda poco tiempo de vida; en ocasiones llevan un ataúd en el que va un familiar del que presencia el paso; el que va en el ataúd no tardará en morir.


Leyenda popular fiñanera.



LAS ÁNIMAS presentes en la literatura...


Gustavo Adolfo Dominguez Bastida (Sevilla 1836-Madrid 1870) más conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, fue un poeta del Romanticismo.
Sus trabajos mas conocidos son sus Rimas y Leyendas.
El monte de las ánimas, es una de los relatos que forman parte de la colección de leyendas . Narra lo ocurrido en el llamado Monte de Ánimas de Soria. 
La leyenda cuenta lo que le ocurrió a un joven llamado Alonso al intentar complacer a su prima.

 Texto completo de la leyenda


Fuente: Wikipedia



Imagen: Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer

DOMÍNGUEZ BÉCQUER, Valeriano (Sevilla, 1833 - 1870)
Óleo sobre Lienzo
73 x 60 cm.
1862

Procedencia
Colección Ybarra. Sevilla

Comentarios


Valeriano Bécquer realiza este magnífico retrato de su hermano el poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer  hacia el año 1862, fecha de su viaje  a Madrid, capital donde residía  su hermano y en la que comienza su segunda etapa artística, caracterizada por  con una pintura más resuelta, luminosa y flexible. El retrato representa una imagen del poeta que ha sido plasmada en numerosas ocasiones en libros de texto, publicaciones y que incluso ilustró durante muchos años el ya desaparecido billete de cien pesetas. Se puede considerar como una de las obras capitales de la pintura romántica española y comparable con los mejores retratos realizados en su época en Europa. En esta pintura el sentimiento fraternal de Valeriano le hace captar la imagen del poeta condensando en su gesto todos los diversos aspectos que imperan en el Romanticismo el ímpetu y la melancolía, la ironía y la pasión y la exaltada idealización. El retratado posa con elegancia aristocrática y una mirada llena de emoción que conecta directamente con la del espectador.


 Seguro que recuerdas esta imagen de hace unos años, billete dedicado a Bécquer...





Y VUELTA...

EL MIEDO

El miedo o temor es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento, habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, por ejemplo el ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo esta relacionado con la ansiedad.

Existe miedo real cuando la dimensión del miedo está en correspondencia con la dimensión de la amenaza. Existe miedo neurótico cuando la intensidad del ataque de miedo no tiene ninguna relación con el peligro. Ambos, miedo real y miedo neurótico, fueron términos definidos por Sigmund Freud en su teoría del miedo. En la actualidad existen dos conceptos diferentes sobre el miedo, que corresponden a las dos grandes teorías psicológicas que tenemos: el conductismo y la psicología profunda. Según el concepto conductista el miedo es algo aprendido. El modelo de la psicología profunda es completamente distinto. En este caso, el miedo existente corresponde a un conflicto básico inconsciente y no resuelto, al que hace referencia.

+ en Wikipedia


“The Headless Horseman Pursuing Ichabod Crane” (1858) by John Quidor
"El jinete sin cabeza La búsqueda de Ichabod Crane"

John Quidor (Condado de Gloucester, Nueva Jersey, Estados Unidos, 26 de enero de 1801-14 de diciembre de 1881) fue un pintor de temas históricos y literarios americano.




El miedo a la enfermedad, a la pobreza, a la guerra y a la muerte están presentes en la iconografía apocalíptica tradicional. Los cuatro jinetes, grabado de Durero.






otraleyendademiedo/septiembre2007