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Relatos cortos (Recopilación)

Los garbanzos de Tío Gurullo

El joven cura había oficiado su primera misa, así su padre el Tío Gurullo y su madre Ana "la beata" y toda su familia andaban radiantes de felicidad y compartían esta en un gran banquete con amigos y autoridades civiles y eclesiásticas. De familia campesina muy humilde el joven siempre demostró gran inteligencia y voluntad, así como una gran fe, vocación y humildad, todas estas virtudes y su esfuerzo le otorgaban ahora que su sueño se hiciera realidad; pollos, chacinas, jamón, dulces, vinos y licores, lo mejor para celebrar tan grato acontecimiento, y para empezar un completo y rico cocido del que en animada charla daban cuenta los comensales presentes, entre los cuales se encontraba el Señor Obispo el cual por veracidad o cumplido reseñó lo tiernos que estaban los garbanzos que comían, a lo que el padre del joven cura apoyándose en su mujer respondió "Ana, dice el Señor Obispo que son tiernos estos garbanzos, dile como están los de nuestro cortijo que en la boca se hacen mierda". 

Bueno, deslices...

Me contaron este hecho como cierto, la España "ilustrada" del primer tercio del siglo pasado...

JLobo/septiembre2020


Para terminar en redondo...un dicho popular: "Si quieres que la boca te huela a culo come por las noches garbanzos crudos".

 Tangencialmente...

“Fiesta campestre” (1647), de David Teniers

losgarbanzosdeltiogurullo/sep20


Relato del queso

Tomando esta foto del almacén de mercancías del muelle de La Estación de Fiñana, viene a mi memoria una anécdota acontecida hace muchos años en este mismo lugar que relato al pie de la misma:



Corrían los años treinta del pasado siglo (el XX) y toda España, y por ende nuestros pueblos se encontraban inmersos en la cruel contienda bélica que todavía tan solo su mención y pese a los años transcurridos sacude de dolor nuestros corazones.
Había llegado al muelle de descarga de La Estación un vagón repleto de mercancías y pedidos diversos realizados por los “tenderos” y comerciantes del pueblo, y entre ellas unas cajas “bultos” conteniendo unos hermosos quesos manchegos de  impresionante aspecto y penetrante y embriagador olor.
En tiempos tan convulsos, de ideas y comportamientos contradictorios y inadecuados ocurrió el suceso que relato:

Merodeaban cercanos al muelle y alrededor de estas ricas mercancías varios trabajadores de La Estación y algún que otro “agregao” oportunista amigos de "colectivizar" lo ajeno, discutían sobre lo apropiado de  repartirse los quesos entre los presentes dándolos por perdidos para quien hubiera realizado el pedido; acertó a pasar junto al “grupo” mi abuelo materno, capataz de vías y obras en aquellos momentos en esta brigada, y le ofrecieron también participar en “el reparto”, este tras reprochar el comportamiento y el proceder inadecuado que mantenían quienes estaban participando en tan singular tropelía, contesto: No, yo no quiero queso que se me puede indigestar.

El grupo consumó sus pretensiones y se repartieron el  género expoliado, pasado un tiempo, el dueño de los lácteos reclamo  su mercancía y tras las averiguaciones oportunas de las autoridades y por aquello de  que “entre el cielo y la tierra dicen, no hay nada oculto”, los participantes pagaron su censurable acción.
Desde pequeño recordé esta vivencia contada en numerosas ocasiones por mi madre, seguramente poniendo como ejemplo el recto proceder de su padre nos indicaba a mi y a mis hermanos el respeto a lo ajeno y el comportamiento a seguir en la vida.

JLobo/Octubre 2016




relatodelqueso/octubre2016



Recuerdo escolar



Grupo escolar de Huéneja (JLobo/12)


De paso por esta zona, recuerdo...

Corrían los primeros años de los setenta cuando andábamos por el grupo escolar de Huéneja, afanados en sacar adelante aquel 7º de primaria con aquellos múltiples libros Santillana con ilustraciones y dibujos tan abstractos en comparación con lo que se veían en los clásicos" Álvarez".

Chavalería había de todo como en botica, pero bien es verdad que a estas edades,  tanto "niñas" como "niños" nos dedicábamos algo al estudio (salvo excepciones) y mucho  a pasarlo bien y a pavonearnos unos delante de las otras y otras delante de los unos, despertando de manera irremediable a la llamada de la naturaleza.
Charlas, juegos, carreras y forcejeos eran la constante de nuestros recreos, y también el fumar aquellos "Mencey" o "Bisonte" de inconfundibles olores que alertaban a los maestros más rígidos que nos devolvían a la  realidad de manera expeditiva.

Aquellas y aquellos que acudíamos al colegio en el transporte de Colín  desde las pedanías y La Estación pasábamos el día entero aquí, incluido el almuerzo en el comedor escolar dirigido por Don Manuel y con el buen hacer culinario de Filo, bondadosa y maternal cocinera.

Recuerdo una anécdota protagonizada por Don Manuel y un alumno llamado Juan Manuel, el cual tenia fama de glotón o al menos de inoportuno, así ocurrió:

Tenia Juan Manuel ante si un plato de lentejas prácticamente entero y pregunto la buena de Filo que si alguien quería mas que lo dijera, este iluso replico que él, y Don Manuel dejó que bajara un poco el “nivel” de aquel plato y cuando así ocurrió, llamo a Filo para que se lo llenara de nuevo a gusto del comilón, y claro ya resultaron ser muchas lentejas, tantas que el susodicho Juan Manuel ya no podía tragar mas.

Sobra decir que en aquellos tiempos que corrían y con aquellos lemas de la letra con sangre entra y demás métodos, Juan Manuel no lo paso nada bien y el resto aprendimos a comer lo que tocaba, callados y amen.

Mi recuerdo cariñoso para tantos compañeros/as de aula, los hermanos Antonio y Pepe, Rafael, Anita G, Maravillas, Ginés... y tantos otros.

JLobo/2012

  

El comedor



Escuelas de Huéneja, foto años 60-70


Unas fotillos que estimulan el recuerdo..


 

La vuestra quedaría aquí fenomenal.

VER TAMBIEN: ESTACIÓN DE HUÉNEJA-DOLAR

recuerdoescolar/marzo2012


Otra celeminá

Otra historia de antaño.

Me contaron que un joven y bisoño mozalbete, al parecer de no muy avispadas entendederas, andaba "tirándole los tejos" a una joven y sonrosada cortijera cercana al pueblo; el joven, entre otros quehaceres del campo y de los animales también ayudaba a su familia al tostado de garbanzos, que vendían y cambiaban entre la vecindad más cercana; así en una de las charlas y "peladas de pava" surgió el tema de los garbanzos "tostaos", y preguntó a su enamorada que si le gustaba tan crujiente manjar, ella contestó afirmativamente y él le prometió que sin demora al siguiente día que fuera a visitarla le traería un celemín repleto.
La joven cortijera le pidió que para no llamar la atención de sus padres y hermanos, que acabarían pronto con las legumbres enyesadas, las dejara caer al anochecer  por un pequeño ventanuco abierto casi a ras de suelo en un extremo de la fachada del cortijo, así, cuando se ocultó el sol y las primeras sombras de la noche caían, el inocente mozo acudió presto a cumplir su promesa, y vacío el celemín de garbanzos por el lugar acordado; escuchó de inmediato el inconfundible crujir del masticar los garbanzos con gran deseo  y voracidad, a lo que el lerdo enamorado lleno de alegría contestó: "como los cuscurreas vida mía, mañana otra celeminá"; ignoraba que acababa de dejarlos caer directamente a la pileta de la marrana. 
Marrana, marrana...
JLobo/junio/2020
 

Celemín:
Medida de capacidad para el grano, las legumbres y otros frutos equivale a 4,625 litros.
"el celemín equivale a la duodécima parte de la fanega"




 otracelemina/junio2020


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relatoscortosrecopilacion/2022