Yo
conocía a Paco, Paco el de la Alsina, de siempre, era de Alquife y su
madre me crió, aun sin parentesco previo, esa mujer, Concha, era así.
Paco
estuvo un tiempo trabajando en la mina de Alquife, con los camiones,
pero su ruta era desmonte-escombrera, escombrera-desmonte, una ruta de
rutina, un kilómetro de idas y venidas todo el día, una rutina que él no
supo llevar y decidió buscar nuevos horizontes, por lo que se fue solo a
la aventura, y como era joven y buen conductor, empezó a trabajar en
Alsina Graells haciendo la ruta Fiñana-Almería.
Conocí
más de cerca a Paco, aun no era mi tío Paco, una noche que se presentó
en casa de mi abuela, yo tendría unos seis años. Llegó como en los años
sesenta, muy repeinado y con una chupa de cuero, estilo James Dean.
No
debería llamarme la atención porque mi abuela tenía una taberna para
mineros y siempre había muchos, pero la diferencia la marcó en que entró
por la zona familiar y lavadito, no como los mineros que acababan de
salir de las galerías enrojecidos por el ocre del mineral y en zona de
público.
Comenzaron
a hablar. Recuerdo a mi abuela muy enfadada y a mi tía escondida en
otro cuarto. Tampoco recuerdo de lo que hablaban, solo observaba gestos,
esa guerra no iba conmigo.
En
un momento determinado, Paco, no mi tío Paco, sacó un billete de veinte
duros y lo rajó por la mitad, como niño, aquello me impresionó, y en
aquellos tiempos, principio de los 60, veinte duros era dinero. Y de
dinero creo que se hablaba, lo de mantener a una familia lo de mantener a
mi tía. Paco era una persona con mucho carácter, de ahí que, a pesar de
enfadarse, rompiese el billete.
Llegó
la hora de irse, mi tía salió a despedirlo y algo debieron tramar y
concretar porque a los pocos días se “habían ido”, oí se habían casado,
ya no recuerdo. Se fueron.
Mi
tía tenía 19 años y mi abuela decía que el “potaje” (mote de la
familia) era un golfo. Fuera más o menos golfo, al final los dos se
trasladaron a Fiñana. Tema resuelto, inicio de una nueva vida. Mi tía
Josefa.
Vivieron
muchos años de alquiler en la parte alta de la casa de Leonor, muchos
años, y allí fue donde los visité por primera vez y muchas más veces que
vendrían después.
Mi
tío Paco, porque ya si era “tío” era una gran persona. De ideas simples
y no se complicaba la vida con tonterías. Había entendido el rol que le
había tocado vivir y así lo vivían.
En
un principio la Alsina la aparcaba en la parte alta del pueblo. Creo
que salía del pueblo sobre las siete de la mañana y volvía sobre las 9
de la tarde.
En
las tardes de verano, mi tía y yo, ella aún sin hijos, íbamos caminando
por la carretera al encuentro de Paco que venía en la Alsina, de
Almería. Donde coincidíamos en la carretera, paraba la Alsina, nos
subíamos y hasta el final de recorrido.
Fue
la época en que empecé a conocer gente del pueblo, a empezar a
relacionarme, pero muy despacio. Y fue, a partir de una verbena por la
plaza, cuando conocí a tres amigas que me echaron un cable y empezaron a
integrarme en el pueblo. Ese principio de integración terminaría en
otra bonita historia.
Sobre
los años 70, mis tíos habrían ahorrado algo de dinero compraron una
parcela por la calle que va para la rambla y que por allí vivía un tal
Capel.
En su casa nueva nunca llegué a vivir, todas mis venturas y desventuras las viví en la casa alquilada de Leonor.
Mis
tíos me querían, también se alegraron de que empezara a salir con una
muchacha de allí que para ellos era perfecta, pero como aquella relación
quedó en tablas, me fui alejando de Fiñana, pero fueron muchas las
amistades y muchos los recuerdos que arrastré a lo largo de mi vida.
He
vuelto a ir a Fiñana algunas veces, casi de paso o de visita. Fue un
pueblo que me acogió y ha sido un pueblo que nunca olvidé. Conocer a
algún fiñanero es para mi un motivo de atención y consideración.
Mi
tío murió hace unos años, cuando ya aparcaba la Alsina cerca del
cuartel y subía con su cestilla por esas calles que él bien conocía. Mi
tía también nos dejó. Aunque ya ausentes, están ligados a Fiñana y a su
historia, al nivel que se deba considerar.
Creo que se merecían un pequeño homenaje.
Manuel Porcel 18-10-2021